jueves, 3 de febrero de 2011

Entre tu y yo


 para  Elizabeth...



Desde sombríos atardeceres
Con la ficción del martirio
Desde el confín de mi exilio
Con sus paredes sobre mí

Entre enjauladas ternuras
Que deshabitan mis verdades
Aquel que no se fía
Aquel del que todo nace

Por obra propia, de muerte ajena
Que de vivencia atemoriza al rehén
Aquí, aquí donde regresa
Aquí, que se arraiga con raíces a mi suelo

Desde aquel; el desolado
Con él; que no se fía
Entre tú y yo, entumecido
Fénix de alba tibia

Fénix de alma tibia
Fénix de incontroladas cenizas
Tu, aquel, yo… que ahora vivo en mí
Contigo, en ti… sencillo, táctil y… algo más


La luz prófuga
Que profana penetra cicatrices
Prófuga que profana llega
Profana que al llegar se santifica

Y se convierte en mi religión… en mi ambrosía
Y se vuelve cálida… autónoma… mi amnistía
Y… dejo de existir

Y entre sus sábanas me asiento
Y de atardecer en atardecer me pierdo
Y de noche en noche me disuelvo
Pero en sus ojos…
En sus ojos que son de vida
Vida de ser consigo es nada
Que es nada y a la vez es todo

Todo que es entre las oscuras telas del sublime deseo
Del deseo de tu boca, de tus manos, de tu aliento
Y de los mismos ojos suyos que son los mismos tuyos
En esos ojos…

Esos que de terciopelo
Se cubren con mi fantasía
Que es pagana cuando al mirarte
Descubre lo estúpido que es todo
Y que lo son ellas mismas.
Pero… no son ojos… no son vida
No son caricias ni son orquídeas

Solo… no sé que es, no sé que son
No sé cómo son ni para qué están
No sé de ti, ni de mí, no sé de nada
Ni se de todo…
¿Sabes? Solo lo es, sin ser ni dejar de ser
Y no me pregunto… ni me preguntes
Ambos acordemos algo… solo dejémoslo ser

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